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  • Los libros conciencia deberían formar un genero aparte dentro de la literatura, textos donde la ficción cuenta la historia de una forma dolorosa pero que no produce repulsa
  • Los libros conciencia deberían formar un genero aparte dentro de la literatura, textos donde la ficción cuenta la historia de una forma dolorosa pero que no produce repulsa
  • Los libros conciencia deberían formar un genero aparte dentro de la literatura, textos donde la ficción cuenta la historia de una forma dolorosa pero que no produce repulsa
Para leer a Jabois hay que dejarse llevar por el ruido de la actualidad y ponerse bajo la influencia del licor café. Solo así se podrá llegar al epicentro de la columna en España: toda vez que antes aquel que quería triunfar en algo tenía que irse a Madrid, hoy lo puede realizar desde el mismo centro del salón de su casa o anclado al fondo de una cafetería. La escritura en blogs se distingue por el don de la autocrítica y se mantiene gracias a la retroalimentación entre lectores, en gran parte alejados del periodismo de salón que se ha ejercido desde tiempo atrás. LEER MÁS

A mí, que soy fácilmente impresionable por toda la buena literatura que se ha escrito en los periódicos, me ocurre que desde que entré en el submundo de Manuel Jabois (Sanxenxo, 1978) quiero transformarme en gallego. Como le escribo a un amigo por carta, “corrí hace un mes en busca de Irse a Madrid (Pepitas de Calabaza) y aún no he vuelto; está siendo un viaje maravilloso del que me va a costar reponerme y del que solo encuentro dos salidas: o ir en su busca o volver a nacer en Sanxenxo”.

De Jabois, que ganó muy joven el premio Julio Camba como quien pasaba por ahí, se dice que pertenece a la estirpe de herederos de Umbral. Lo mismo le hace un roto en el traje a cualquier viceministro como le da un repaso a las fans que le pretenden en Facebook. Se manifiesta aquí el columnista moderno que ha modelado su personaje hasta confundirlo en su propia obra, y no alcanzamos a distinguir entre realidad y ficción. Así nos encontramos con pequeñas delicias de la escritura de lo cotidiano, de andar por casa, que son grandes joyas repletas de humor y contadas con mucha retranca.

Lo mejor del libro, sin ninguna duda, es que se sigue escribiendo día tras día en su blog. Esa continuidad nos libra de perdernos a uno de los mejores escritores que tenemos. Y estos Apuntes en sucio –escritos como dice Jabois de manera casual– pueden aspirar a irse a Madrid o a donde quieran pero, sobre todo, a ser entretenidos.

Antonio J. Juliá

FICHA DEL LIBRO

Título: Irse a Madrid| Autor: Manuel Jabois | Editorial: Pepitas de calabaza | Páginas: 204 | Precio: 15€|

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Murakami completa con este tercer libro su magna obra 1Q84, un verdadero homenaje a la fantasía cercana, propia de su estilo y un deleite para sus incondicionales seguidores.

Los libros 1 y 2 dejaron a Tengo y Aomame en una situación complicada cuya resolución quedaba pendiente. Si bien el tercer vértice del triángulo lo soportaba Fukaeri ahora pasa a ser una mera figurante mientras Murakami otorga ese papel de tercer actor al investigador Ushikawa contratado por Vanguardia.

Aomame decide recluirse mientras la tormenta por el asesinato del líder de Vanguardia amaina. Tengo se debate entre prestar atención a Fukaeri o a su moribundo padre. Y Ushikawa va acercándose cada vez más peligrosamente a ambos. LEER MÁS


Gran parte de la obra carece de acción, el piso en el que se esconde Aomame y la habitación del padre de Tengo son los escenarios minimalistas que nos presenta Murakami. Esta ‘fase tranquila’ de la novela -semejante al sueño reparador- sirve para ir cuadrando las reflexiones sobre los dos libros anteriores y para que el lector pueda conectar las claves de los mismos por si se encuentra perdido. Únicamente la investigación de Ushikawa produce cierto movimiento en el conjunto. Mientras, el lector desea como en la novela romántica el acercamiento entre ambos protagonistas, pero ese encuentro parece ser cada vez más difícil.

La última parte de este tercer libro contiene el desenlace de la novela. El escritor nipón no se anda por las ramas y es capaz de cerrar esta obra sin dejar cabos sueltos; bastante ha imaginado el lector durante 1200 páginas para seguir dándole vueltas después.

Murakami sigue con la filosofía de no juzgar lo bueno ni lo malo. Salvo Tengo cuya conciencia sigue atribulada por lo que considera un abuso editorial, los demás personajes, actúan sin un orden moral fijo, matan, abusan, crean y destruyen siguiendo tan sólo sus sentimientos y aunque podamos sentir afinidad por ellos es obvio dicho comportamiento sólo obedece al mundo de 1Q84 al que se han trasladado y no al mundo real al que deben regresar.

Debemos advertir que si el lector no ha iniciado la saga con los dos primeros libros se abstenga de comenzar en este tercero pues la trama sería inasible.

Ambiciosa obra de Murakami que sus seguidores sabrán apreciar en su justa medida mientras lamentan que el Nobel no le haya caído todavía... tal vez sea en 2Q12.

Pepe Rodríguez

FICHA DEL LIBRO

Título: 1Q84 libro 3 | Autor: Haruki Murakami | Editorial: Tusquets | Páginas: 416 | Precio : 22€ |

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Fatos Kongoli
VICISITUDES DE LA SOLEDAD

Vengo de leer, sin pausa por el interés que me ha merecido su lectura, los libros del autor albanés, poco conocido en España, Fatos Kongoli (Elbasan, 1944). Y ahora considero que es uno de los mejores escritores europeos actuales, razón por la cual creo que su obra es merecedora de mayor atención y conocimiento. Con tal intención quisiera hacer algunas consideraciones que, ojala, sirvan para provecho del lector, ello después de formular aquí mi gratitud y reconocimiento a su traductor, Sanchez Lizarralde, que, a mi entender, nos ha trasladado una versión muy pulcra y cuidada de los libros “Piel de perro” , “La vida en una caja de cerillas” y “Bolero para dos viejos” que son los títulos que la editorial Siruela ha puesto hasta ahora en el mercado, y a cuyo contenido me he de referir en las preguntas que he formulado al autor a propósito de su obra.
¿Estamos ante un texto desnudo, ante una literatura ‘en blanco y negro’ sin más? No lo creo. LEER MÁS

Quiero comenzar advirtiendo que pudiera parecer una crónica muy elaborada, no ya del dolor humano sino de la condición de perdedor. Lo extraordinario es, no obstante, hasta qué punto la historia de alguno de los seres humanos que ‘viven’ en estos títulos, sirve, al final, como el elaborado entramado intelectual-literario a favor de la dignidad de esos seres. Es así que el perdedor no genera rechazo, sino comprensión. Y la palabra ‘humillación’, expresión que aparece repetida en una u otra obra, lo mismo que ‘sopapo’, o ‘puta’ (o la figura del espejo, o el hecho de llorar a solas) tal vez no sean sino el trasunto verbal en favor del hombre –o la mujer- solos, que, a través de los avatares de la vida, asumen su dignidad de solitario; aceptan desde un principio esa certeza: y en ello la condición de perdedor. Pero no para la sumisión, sino para la reivindicación, al fin, de su propia identidad.
A veces, es verdad, esa especie de heroísmo trágico se asume a través de un apartado y silencioso suicidio (que delata de una manera cruda la incomprensión de los otros, la injusticia hacia los débiles; por ejemplo el caso de la hija de Liza en ‘Piel de perro’) pero otras, como en el caso de la cuidadora –de nombre impronunciable- en ‘Bolero’, sirve para recuperar su libertad, su esencial identidad, aunque sea a costa de dicha soledad. Por no citar el caso de Kristo, el narrador-protagonista de la primera obra citada, y su asumida dependencia, o la aceptación de su fracaso.
Me llama la atención, de otra parte, la presencia siempre en estos libros -a veces de una manera implícita y otras explicita-, de un poder político opresivo como referente de una realidad social. Casi siempre aparece la figura de un intelectual purgado bajo la actuación de un régimen represivo. Es el equivalente a la presencia de ese Gran Hermano orwelliano como argumento político, como telón de fondo.
El texto literario, no obstante, aún bajo la presencia de estas connotaciones oscuras que parecen delimitar un entorno social asfixiante, no cae jamás en el recurso trágico más o menos emocional por premeditado, no (Ya lo he dicho, no estamos ante una literatura ‘en blanco y negro’ sin más; no lo creo) El texto posee unas características técnicas y estéticas que preludian, a mi modo de ver, perdurabilidad literaria: una argumentación viva, perfectamente ensamblada en escenarios y personajes; una introspección psicológica de la soledad inusual por brillante; numerosos matices para una exposición de la idea del amor, ya se exprese éste como sentimiento o como relación física.
Un lenguaje rico, sobrio, vinculante siempre con el lector por oportuno. Y, lo que resulta más curioso y, si acaso, conmovedor, un guiño siempre al sentido del humor, muy bien ubicado en las circunstancias de lo narrado. Se trata de un discurso literario elaborado con firmeza y rigor, un texto tallado sobre material noble. De ahí su vigencia predecible por cuanto, en el fondo, el protagonista es siempre, objetiva y estéticamente, el hombre y su circunstancia, el hombre consciente y las vicisitudes de la vida diaria. Y digo hombre como podría decir mujer, pues la figura femenina es un elemento esencial en su obra.
Puestas de manifiesto tales consideraciones en mi condición de lector y crítico, formulo al autor algunas preguntas que, creo, puedan ayudarnos a entender mejor un discurso literario tan estéticamente destacado y sugerente.

Dígame, señor Kongoli:

-¿Otorga usted alguna preferencia a la figura del hombre o la mujer en su obra? ¿Hay algún rasgo distintivo, psicológico o personal, que propicien su voluntad en la elección?

*Verá, cuando decido ponerme a trabajar en una novela lo primero que preciso es ‘ver’ los personajes, hombres o mujeres, si bien no todos los personajes, eso sería imposible.
Pienso que escribir una novela es, esencialmente, contar una historia, concretamente la historia de esos personajes elegidos con sus peculiaridades psicológicas, físicas. Pero al final no todo resulta tan sencillo y me atrevería a decir que la propia elección de los personajes puede resultar a veces, en verdad, una mera cuestión de suerte.


-¿Acepta que uno de los temas, más o menos explícitos en su literatura, sea el de la soledad del hombre?; entiéndase genéricamente, esto es, el ser humano como tal. Y aquí creo que no estaría de más recordar la obra de escritores como Musil o Pessoa.

*Le confieso que, desgraciadamente para mí, nunca he leído a Musil. He tenido la suerte, sin embargo, si bien muy tardíamente, de descubrir a Pessoa (¡más vale tarde que nunca!) Cuando, hace tres o cuatro año, me encontré con una versión del “Libro do desasossego” al francés padecí un verdadero ‘shock’. Y sentí una cierta sensación de amargura por el hecho de haber llegado a este autor demasiado tarde, sin embargo había descubierto el mundo de Pessoa, y eso era maravilloso.
Respondiendo al sentido introspectivo de su pregunta, le diré que la mayoría de mi vida ha transcurrido bajo una de las dictaduras más feroces del antiguo comunismo, y en tal sentido no quisiera extenderme ahora. Sí decirle que, en efecto, la soledad del hombre constituye para mí un tema clave. Es un tema que me ha atraído y me atraerá siempre.

-¿En qué medida considera que las peculiares circunstancias políticas por las que atravesó Albania han sido determinantes en el contenido de sus novelas?

*La política como tal no me interesa. Por eso yo no diría que mis libros sean políticos, ahora bien, es indudable que la política constituye, más o menos veladamente, el escenario de fondo de mis libros. Como autor lo que me interesa es la actitud del ser humano bajo los acontecimientos políticos: el clima social que se crea, el efecto psíquico que ejerce en la gente un determinado régimen, sea dictatorial o no, pasado o presente... Y el contenido del libro depende en mayor o menor medida de todos estos hechos.

-¿Existe, en su voluntad como escritor, señalar (o, incluso, destacar) la reivindicación de la dignidad del individuo? Sobre todo, digamos, como sujeto social en circunstancias difíciles.

*Podría decirse que, en general, los personajes de mis libros son individuos que viven un tanto al margen de la sociedad. Padecen la opresión, la injusticia; de algún modo son los pecadores, o se consideran como tales. Ahora bien, ello es lo que les lleva a tener un alto sentido de la dignidad y se esfuerzan en conservarla. Es más, están convencidos de la necesidad de esa dignidad aún en las condiciones más difíciles.
Parece como si tuviesen siempre el deseo de confesarse. Ellos no tienen miedo de hacerlo, convirtiéndose así, voluntariamente o no, en los verdaderos acusadores de la miserabilidad humana. Tal es lo que he pretendido poner de manifiesto en mis libros.

-¿Qué diría de su recurso, más o menos explícito, al sentido del humor (a la ironía) dentro de la trama, tan seria, de su discurso, de sus planteamientos éticos?

*Es una satisfacción para mí el que haya advertido el sentido de la ironía en mis libros, lo que se manifiesta a través de un cierto sentido del humor; un humor negro, sin duda.
La explicación es bien sencilla: mis personajes tienen un sentido muy desarrollado del ridículo. Ironizan sobre ellos mismos y sobre el mundo. Así la vida se torna más sencilla, más fácilmente soportable, a pesar de los sufrimientos.

-Me llama la atención, también, como lector, su pericia para aludir a los detalles, algo que ayuda a centrar la atención y fijar el discurso. Esto es algo que se le atribuye a la obra de Nabokov como un don ¿Valora usted la alusión al detalle como un referente para una mejor lectura de su obra?

*Lo que llamamos pequeños detalles nos permiten decir mucho acerca del personaje y su vida. Ahora bien, hemos de considerar que existen particularidades de la creación que el propio autor sería a veces incapaz de explicar del todo, lo que daría la razón a los que opinan que la creación tiene mucho de proceso metafísico…
Uno escribe sin ser totalmente consciente del contenido de su discurso, de lo que hace y cómo lo hace. Hay cosas que uno escribe sin pensarlas de antemano en el sentido estricto de la palabra. De ahí deriva lo que se define como estilo, a sabiendas siempre de que son los otros los que captan las peculiaridades estilísticas de uno, si es que se puede hablar de estilo en este caso. Incluso muchas veces pienso que uno crea de una manera más bien inconsciente; eso es lo cierto.

-Por fin, ¿prepara usted alguna nueva novela? De ser así, ¿se tratará de un protagonista que sufra por amor, que ansíe y espere como actitud? ¡Es un rasgo motriz que nos ha hecho llegar hasta ahora tan delicadamente en sus argumentos!

*Sí, estoy en el proceso de escritura de una nueva novela, pero no quisiera vender la piel del oso antes de cazarlo. Le confieso que tengo miedo al lector, que no perdona si uno se reitera. Por el momento mi preocupación es salir bien librado de este riesgo, algo que me ha obsesionado siempre como una espada de Damocles, y que me ocurre cada vez que comienzo a escribir un nuevo libro.


A veces, la obra de Fatos Kongoli, de una clara reciedumbre constructiva, semeja o se aproxima al ensayo. O al relato social. ¿Tal vez el sustrato que sustenta sus obras tiene que ver con lo que se ha venido en llamar metaliteratura, tendencia propia de los autores de la Europa del Este, donde el protagonista siempre es el hombre que piensa y reflexiona, pudiendo derivar de ello no solo su condición ontológica sino su esencial autonomía intelectual?
Al fin, sea como fuere, a mi entender estamos ante un ejemplo de buena literatura. Compruébelo el lector personalmente; a buen seguro que no quedará defraudado.

Addenda

Redactando este texto he podido saber que no hace mucho acaba de presentar usted su autobiografía. Dígame, por favor, ¿hay algún motivo especial para que haya sido Tirana, ciudad que suele ser una ubicación preferente en sus novelas, el lugar elegido para tal presentación? ¿Considera que existe, en la vida del autor, un momento oportuno para decidirse a reflexionar acerca de sí mismo? Me atrevo a considerar, en fin, que, en buena medida, cada uno de los protagonistas de sus novelas hayan dejado entrever ya al protagonista de esta su autobiografía.

*No hay ninguna razón especial para haber elegido la capital de mi país, Tirana, para la presentación de mi Autobiografía. O, si acaso, una: toda mi vida ha transcurrido en Tirana.
Por lo demás, confirmarle, como no podría ser menos, que, en efecto, todo yo, toda mi vida está necesariamente repartida entre mis personajes. Es decir, siento que todos mis personajes me comparten

Ricardo Martínez

EL LIBRO DE LA SEMANA

La literatura deviene a veces, por actitud más o menos consciente de su autor, no tanto en una didáctica de la vida como en un paradigma de comportamiento, de actitud propia de un personaje. Ello también justificaría la idea expuesta por H.D.Thoreau: “Los libros son la riqueza atesorada del mundo y la adecuada herencia de generaciones y naciones”
Tal es el caso, me atrevo a decir, de al menos la protagonista de este magnífico libro que comentamos por cuanto, a lo largo de las distintas vicisitudes del relato el autor va construyendo, sorda y paulatinamente, un ejemplo de una forma de ser. Esa sí que la actitud de reivindicación personal, el concepto la dignidad propia queda suficientemente explícito y resaltado. LEER MÁS

Todo nace por la extracción, desde un bajo rango social, de la protagonista, algo que ella casi exagera en la medida que reiteradamente se siente una desplazada, una perdedora en una sociedad donde predominan como códigos de conducta la riqueza y la belleza (“Al parecer, podía serle útil a él. Pero ¿qué necesidad podía tener aquel hombre de un ser como yo?”)
Dentro de una elaborada y vivísima trama de especial significado sociológico (¡siempre presente, si bien en penumbra, la opresión que se deriva de un presumible régimen totalitario!) es curioso deducir cómo, al final, ni “culo grande”, ni la moribundia en que se debate la incomunicabilidad de los dos viejos, ni la severa jefe de enfermeros resultan relevantes, al contrario de lo que obtienen una postura de coraje personal y la aspiración a una auténtica vida propia –si bien solitaria, incomprendida- del humilde personaje aludido. “El asunto resulta más complicado de lo que aparente, y tal vez guarde alguna relación con el absurdo de mi existencia periférica”, piensa para sí. Lo cierto, al final, es que, habiéndose constituido en referente de una conducta vivida como propia respecto de todos los demás, desde ahí retoma su valor como persona, su ser propio y distinto.
Como quiera que Kongoli escribe con una prosa sobria, sencilla y elegante (haciendo gala, en ocasiones, de un inteligente sentido del humor que acierta a hacer más llevadero el argumento un tanto sombrío de la trama), se puede decir que el lector está de suerte por cuanto tiene ocasión de acceder a un texto literario que viene a confirmar a su autor –junto con Banville, por ejemplo- como uno de los más interesantes escritores dentro del panorama europeo actual.

Ricardo Martínez

FICHA DEL LIBRO

Título: Bolero en la villa de los viejos | Autor: Fatos Kongoli | Editorial: Siruela | Páginas: 260 | Precio : 21,95€
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Como pueden comprobar nuestros seguidores me gustan los libros de artículos, sobre todo de escritores. La reflexión semanal o diaria de algunos produce una satisfacción estética e intelectual que empuja a esperar el siguiente artículo en la fecha señalada más que como agua de mayo como el postre que hemos pedido después de una velada culinaria de campeonato.
Esto pasa con los artículos de Rosa Montero (Madrid, 1951) que son un sabroso postre a lecturas que requieren una vocación de más largo aliento. Prueben a leerse este libro poco a poco, alternándolo con otros, haciendo pausas para refrescar el paladar librero y verán cómo se magnifica el buen gusto de estos textos breves. LEER MÁS

En “El amor de mi vida” (Alfaguara, 2011), Rosa nos habla del amor de su vida: la Literatura, una pasión que compartimos muchos con la misma medida entusiasta y febril que la autora madrileña. Nos ofrece una ristra de lecturas, libros y apasionamientos para que abramos puertas, para recomendarnos algunas de sus lecturas y escritores favoritos.
Pero más allá de la brevedad, más allá de toda consideración estética, laten bajo estos artículos un deseo de compartir con los demás lo descubierto y lo vivido, acaso para algunos, lo intuido. Porque en los artículos de Rosa Montero no se encontrarán tonos normativos, ni defensas a ultranza, ni imposiciones hechas desde una carrera exitosa en las letras sino una elegante y siempre inteligente declaración constante de amor a esa señora que se llama Literatura y que no sabe de sexos, tiempos ni generaciones.
Como suele ocurrir con este tipo de libros vamos a mencionar tres de los textos que más no han llamado la atención aunque cualquiera de ellos hará las delicias de los amantes de los buenos artículos.
Por un lado está “Muertos y requetemuertos” en el que Rosa nos recomienda la relectura o la primera inmersión en la obra de Patricia Highsmith y confiesa que la única vez que ha tenido que dejar de leer una novela en mitad de la noche por el agobio del texto, fue leyendo “Mar de fondo” de la escritora estadounidense. Abran esa puerta.
Luego un texto que a mí me ha entusiasmado mucho es “Escribir es resistir” que traza, a modo de cántico al esfuerzo y a la resistencia, los avatares de escritores no publicados y la alegría de algunos que han conseguido romper con el maleficio de la “no publicación” a fuerza de tesón.
Pero mi texto favorito es el que habla de Nabokov. “El jardín al que nunca volveremos” es una semblanza de Lolita, su autor y sus circunstancias. Un finísimo artículo sobre este escritor una invitación a releer su obra. Arranca este artículo con una deliciosa anécdota que da para un cuento largo o una novela corta, escrito con entusiasmo y con planteamientos interesantes que dan pistas por las que seguir buscando entorno a la figura del ruso.
Les va a gustar mucho “El amor de mi vida” y van a descubrir mucho de los gustos de su autora. Un libro que se lee con el mismo deseo de saber más de libros con el que su autora lo ha escrito. Les llevará revisitar autores viejos, nuevos, españoles, extranjeros y seguro que les acercará a la obra literaria de la propia Rosa Montero.

Pedro Crenes

FICHA DEL LIBRO

Título: El amor de mi vida | Autor: Rosa Montero | Editorial: Alfaguara| Páginas: 272 | Precio : 18€ |

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“Blanco bueno busca negro pobre” (Roca Editorial, 2011) es una crítica demoledora a los organismos de cooperación y las ONG. Su autor, Gustau Nerín, es un antropólogo que parte de su experiencia y su conocimiento del continente africano, para desmitificar la cooperación internacional y ofrecernos un análisis crítico, plagado de ironía, contundente, sin tapujos, crudo, en el que se señalan todos los errores que se están cometiendo y en los que todos tenemos parte de responsabilidad. LEER MÁS

El autor hace una aclaración inicial para señalar que no pretender hacer una crítica de los cooperantes, ya que entre ellos hay personas competentes y generosas, así como incompetentes y malévolas, como en cualquier profesión y área de la sociedad. El problema no son los cooperantes, sino el sistema, “en el mundo de la cooperación se encuentra gente de mucho valor. Pero de la existencia de buenos cooperantes no se pude inferir que los proyectos en que trabajen desarrollen África”.

El libro nos muestra de forma realista cómo 50 años de políticas de desarrollo en África no han servido para nada y se podrían resumir como “la historia de un fracaso”. Comienza dibujándonos un panorama desolador, mostrándonos un continente africano convertido en un inmenso cementerio plagado de proyectos abandonados, “hospitales que nunca llegaron a ser inaugurados, letrinas que no se utilizaron, granjas de pollos que han durado tanto como las subvenciones, guarderías en ruinas que jamás han visto un niño, ordenadores viejos parados por falta de electricidad… fuentes averiadas, vacunas caducadas, quirófanos sin estrenar”.

En cada uno de los capítulos descubriremos a los culpables de esta situación y nos daremos cuenta de que todos participamos de esta gran mentira: políticos occidentales, dictadores africanos, organismos internacionales, ONG, medios de comunicación y una opinión pública que no quiere conocer la vedad.

El autor se atreve a denunciar algo que es un tema tabú. Desmonta todo el sistema de ayuda al desarrollo ofreciendo datos y fechas, sin dejar lugar a la duda. Con indignación y vergüenza iremos conociendo la manipulación y la publicidad engañosa de las ONG y organismos en los medios de comunicación, la competencia entre organizaciones para conseguir fondos, el lujoso nivel de vida de muchos cooperantes y funcionarios a costa de los fondos de ayuda, la falta de conocimiento de la realidad africana y de la cultura de sus países y la descoordinación en los proyectos.

La desmitificación de las ONG nos mostrará que “ni son no gubernamentales, ni son baratas, ni representan a los pueblos del Sur, ni son muy eficaces…”. Esta falta de eficacia se puede extender a los proyectos de ayuda oficial al desarrollo, en los que los Estados no dan de forma altruista, no intentan solucionar el problema de la pobreza en el mundo, sino que lo hacen “para evitarse problemas como el terrorismo o las migraciones, para satisfacer al electorado y, sobre todo, para encontrar nuevos mercados para su producción”. La ayuda no va a los más necesitados sino a aquellos que más nos puedan interesas.

Asistiremos a todo tipo de campañas y eventos que sirven para que los occidentales aliviemos nuestras conciencias, pero poco más. Actos solidarios, campañas protagonizadas por famosos, caravanas de ayuda, empresas ofreciendo sus stock, sin importarles si “lo que les sobra es lo que necesita el continente africano, ni si en África hay medios para distribuir lo que ellos ofrecen”. La responsabilidad no es únicamente de dirigentes y políticos, los ciudadanos de a pie somos también culpables de participar en unas campañas que han convertido a África en el vertedero de Europa, donde va a parar lo que nos sobra, de esta forma, “con un esfuerzo mínimo, podemos sentirnos inmensamente buenos”.

Los líderes y dictadores africanos no se escapan de la crítica. Se muestra cómo, después de 50 años desde las independencias, siguen explotando hábilmente el sentimiento de culpa de los blancos y echando la culpa del atraso de sus países a los colonizados. Parte de la culpa la tienen también determinadas “corrientes progresistas que nos han querido hacer creer que los negros son inocentes por naturaleza, y que fueron los blancos los que llevaron a África la guerra, el odio y la injusticia”. La realidad es que nos encontramos ante dictadores que se enriquecen, mientras oprimen a su pueblo y lo dejan vivir en la miseria más absoluta.

El libro finaliza con una sección en la que se reta a una solución basada en cambios estructurales, no en unos proyectos de cooperación que “a menudo no alivia los problemas de África, sino que los agrava”. Aunque solo el 10 % del contenido de este libro fuera cierto, ya sería suficiente para replantearnos todo este “gran negocio que es la industria del desarrollo”.“Blanco bueno busca negro pobre” (Roca Editorial, 2011) es una crítica demoledora a los organismos de cooperación y las ONG. Su autor, Gustau Nerín, es un antropólogo que parte de su experiencia y su conocimiento del continente africano, para desmitificar la cooperación internacional y ofrecernos un análisis crítico, plagado de ironía, contundente, sin tapujos, crudo, en el que se señalan todos los errores que se están cometiendo y en los que todos tenemos parte de responsabilidad.




El autor hace una aclaración inicial para señalar que no pretender hacer una crítica de los cooperantes, ya que entre ellos hay personas competentes y generosas, así como incompetentes y malévolas, como en cualquier profesión y área de la sociedad. El problema no son los cooperantes, sino el sistema, “en el mundo de la cooperación se encuentra gente de mucho valor. Pero de la existencia de buenos cooperantes no se pude inferir que los proyectos en que trabajen desarrollen África”.

El libro nos muestra de forma realista cómo 50 años de políticas de desarrollo en África no han servido para nada y se podrían resumir como “la historia de un fracaso”. Comienza dibujándonos un panorama desolador, mostrándonos un continente africano convertido en un inmenso cementerio plagado de proyectos abandonados, “hospitales que nunca llegaron a ser inaugurados, letrinas que no se utilizaron, granjas de pollos que han durado tanto como las subvenciones, guarderías en ruinas que jamás han visto un niño, ordenadores viejos parados por falta de electricidad… fuentes averiadas, vacunas caducadas, quirófanos sin estrenar”.

En cada uno de los capítulos descubriremos a los culpables de esta situación y nos daremos cuenta de que todos participamos de esta gran mentira: políticos occidentales, dictadores africanos, organismos internacionales, ONG, medios de comunicación y una opinión pública que no quiere conocer la vedad.

El autor se atreve a denunciar algo que es un tema tabú. Desmonta todo el sistema de ayuda al desarrollo ofreciendo datos y fechas, sin dejar lugar a la duda. Con indignación y vergüenza iremos conociendo la manipulación y la publicidad engañosa de las ONG y organismos en los medios de comunicación, la competencia entre organizaciones para conseguir fondos, el lujoso nivel de vida de muchos cooperantes y funcionarios a costa de los fondos de ayuda, la falta de conocimiento de la realidad africana y de la cultura de sus países y la descoordinación en los proyectos.

La desmitificación de las ONG nos mostrará que “ni son no gubernamentales, ni son baratas, ni representan a los pueblos del Sur, ni son muy eficaces…”. Esta falta de eficacia se puede extender a los proyectos de ayuda oficial al desarrollo, en los que los Estados no dan de forma altruista, no intentan solucionar el problema de la pobreza en el mundo, sino que lo hacen “para evitarse problemas como el terrorismo o las migraciones, para satisfacer al electorado y, sobre todo, para encontrar nuevos mercados para su producción”. La ayuda no va a los más necesitados sino a aquellos que más nos puedan interesas.

Asistiremos a todo tipo de campañas y eventos que sirven para que los occidentales aliviemos nuestras conciencias, pero poco más. Actos solidarios, campañas protagonizadas por famosos, caravanas de ayuda, empresas ofreciendo sus stock, sin importarles si “lo que les sobra es lo que necesita el continente africano, ni si en África hay medios para distribuir lo que ellos ofrecen”. La responsabilidad no es únicamente de dirigentes y políticos, los ciudadanos de a pie somos también culpables de participar en unas campañas que han convertido a África en el vertedero de Europa, donde va a parar lo que nos sobra, de esta forma, “con un esfuerzo mínimo, podemos sentirnos inmensamente buenos”.

Los líderes y dictadores africanos no se escapan de la crítica. Se muestra cómo, después de 50 años desde las independencias, siguen explotando hábilmente el sentimiento de culpa de los blancos y echando la culpa del atraso de sus países a los colonizados. Parte de la culpa la tienen también determinadas “corrientes progresistas que nos han querido hacer creer que los negros son inocentes por naturaleza, y que fueron los blancos los que llevaron a África la guerra, el odio y la injusticia”. La realidad es que nos encontramos ante dictadores que se enriquecen, mientras oprimen a su pueblo y lo dejan vivir en la miseria más absoluta.

El libro finaliza con una sección en la que se reta a una solución basada en cambios estructurales, no en unos proyectos de cooperación que “a menudo no alivia los problemas de África, sino que los agrava”. Aunque solo el 10 % del contenido de este libro fuera cierto, ya sería suficiente para replantearnos todo este “gran negocio que es la industria del desarrollo”.

Miguel Ángel Gómez Juárez http://megustan-loslibros.blogspot.com/

FICHA DEL LIBRO

Título: Blanco bueno busca negro pobre | Autor: Gustau Nerín | Editorial: Roca | Páginas: 224 | Precio : 17€
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Si con El poder del perro cautivó a crítica y lectores de todo el mundo, con El invierno de Frankie Machine conquistó a los entraditos en años con un personaje a la medida de Al Pacino o Robert de Niro, ahora con Salvajes Don Winslow apunta al público más joven, al que frisa la treintena como son sus tres salvajes protagonistas. LEER MÁS

Chon habla poco pero actúa rápido, Ben piensa mucho pero bien y O. sólo vive para disfrutar. Este triángulo de dos hombres y una mujer tiene una amplia base sobre la que consolidar su amistad: producen la mejor maría del mundo.

Ricos, jóvenes y guapos viven cómo quieren... hasta que el cartel de Baja (California) se cruza en su camino. Las luchas intestinas y la crisis hacen que quieran sacar tajada de todo aquello que siendo ilegal escapa de su control. Un negocio tan redondo como el de nuestros personajes es la salida a algunas de sus dificultades.

Imposible el acuerdo por las buenas surge el conflicto, O. es secuestrada y para liberarla Ben y Chon deberán pagar a los narcos veinte millones de dólares.

Winslow ha escrito una novela alucinógena y alucinante, una continua montaña rusa sin frenos desde la primera página a la última, tras la cual sólo nos queda resoplar y soltar una carcajada. Esa es la principal diferencia con las anteriores y a la vez el mejor activo de Salvajes, su buen sentido del humor. Tanto el comportamiento de los personajes, como las reflexiones de los secundarios no dejan títere con cabeza, ni demócratas ni republicanos, ni Bush, ni Obama, ni el ejército ni los SEAL ni los narcos de un lado u otro, ni los mexicanos ni los güeros, ni la madre que los parió a todos incluida O. Todos son muñecos de feria destrozados en los cáusticos comentarios de malos y buenos?.

Buena elección decir lo que uno piensa por boca de sus personajes, así Don Winslow sale indemne de una obra brutal, delirante e hilarante que hace honor a su título, Salvajes.

Nuestra recomendación más bestial.

El Limonero - Cítrico literario

FICHA DEL LIBRO

Título: Salvajes | Autor: Don Winslow | Editorial: MR |Páginas: 352 | Precio: 18,90€ |
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Tomas Tranströmer (Estocolmo, 1931). Escritor, poeta y traductor sueco. Desde muy joven alternó su trabajo de psicólogo con la escritura de poesía. Desde la publicación de su primer libro, 17 dikter (17 poemas) en 1954, aclamado por la crítica, su producción creció sin prisa y sin pausa, al tiempo que su obra fue siendo traducida a distintas lenguas; en la actualidad sus poemas pueden leerse en más de cuarenta idiomas. Junto a Swedenborg y Strindberg, es uno de los escritores suecos que más ha influido en la poesía universal.

Es el poeta vivo más importante de Suecia y su nombre aparece todos los años en los medios como candidato al premio Nobel. Este libro es una antología de su trayectoria, desde su primera obra, 17 poemas, hasta su interés por los haikus, e incluye, además, su magnífica autobiografía.
Tranströmer ha compaginado durante toda su vida su trabajo de psicólogo en centros penitenciarios y hospitales con la escritura de poemas, intentando transmitir cierto orden al mundo. Con un estilo propio, de «gestos pequeños», se interesó por los paisajes, la naturaleza, la psicología y los sueños. Como señala Carlos Pardo en el prólogo: «Hay poetas que nos hacen más inteligentes, más despiertos, que nos vuelven sutiles o sentimentales o contradictorios. Tranströmer nos coloca en el mundo, en eso que llamamos realidad y que se diferencia del realismo en que la realidad carece de sentido. Pero nos hace sentir fascinación por existir en él».

Tranströmer ha ganado los premios Bonnier de Poesía, el Premio Internacional Neustadt de Literatura, el Oevralids, el Petrach de Alemania, y el galardón sueco del Foro Internacional de la Poesía.

«Los poemas de Tranströmer nos permiten acceder a lo más profundo de una imaginación desbordante, admirable... Estos poemas nos muestran a uno de los mejores escritores de las últimas cinco décadas.» The New York Times Book Review
Una de sus obras fue publicada en español el año pasado por Nórdica.


Traductor: Roberto Mascaró
Tamaño: 14 x 22 cm.
Encuadernación: Rústica
Páginas: 272
PVP: 19,50
ISBN: 978-84-92683-17-8




Viajar ha sido siempre un placer reservado a la inteligencia. Viajar equivale a dar valor a la curiosidad, al ejercicio más o menos aéreo de la imaginación, a la rara transgresión del descubrir. Viajar equivale a poner en entredicho nuestra forma de ser gracias a otras nobles exigencias, es decir, equivale a aprender (a aprender a ser distinto; no otro, sino distinto, nuevo) ¡Y para el viaje se necesitan tan pocas cosas! A veces, sencillamente, sentarse y mirar. LEER MÁS

Otras, sin embargo, entraña una valiente proeza como es la que se recoge en este amenísimo libro donde se da cuenta de cómo el rey de Portugal, Don Manuel, “mandó cuatro navíos a descubrir” Corría el año de 1497, y a su frente iba el gran capitán Vasco da Gama.
La profesora Isabel Soler rescata aquí un texto donde transcribe con brillante sencillez una copia de la crónica original y donde se nos habla de innumerables días de navegación –sin muchas guías o referencias de viaje- contorneando el perfil costero africano hasta llegar a Calicut, en la India. Azares del viaje, codicia de los hombres, hermosas descripciones de países (“esta tierra es muy graciosa y bien asentada” dice de las proximidades de Mozambique) Regresaron mermados, pero heroicos y felices. Y su aventura resulta una lectura deliciosa.

Ricardo Martínez

FICHA DEL LIBRO

Título: Derrota de Vasco de Gama | Autor: Isabel Soler | Editorial: Acantilado | Páginas: 232 | Precio : 20€
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“Mientras duermes”, de Alberto Marini (ed. Plaza & Janés, 2011) es un inquietante thriller fruto del guión de la película homónima que se estrenará en octubre, dirigida por Jaume Balagueró y protagonizada por Luis Tosar y Marta Etura. El autor de la novela es también guionista y productor ejecutivo de la película.
Lo primero que podemos pensar ante un libro así es que sea un título oportunista que quiere aprovecharse del posible éxito de la película, sin añadir nada a la historia. Pero el director Jaume Balagueró, en el prólogo, nos ofrece una explicación convincente para leer la novela independientemente de que también veamos la película. Afirma que, en primer lugar, esta novela fue un guión por el que se sintió fascinado desde el primer momento por la perversidad de una historia tan retorcida. LEER MÁS

Para rodar la película tuvieron que quitar y cambiar gran parte del material original por ser demasiado vasto para las posibilidades de una película. Se sintieron frustrados por tener que prescindir de elementos que consideraban extraordinarios y brillantes, por lo que surgió la idea de escribir una novela que, en sus palabras, “agranda el universo de aquel guión y la película que generó, lo enriquece, crea nuevos matices y caminos, nuevas y sutilísimas tramas. Una novela que es, tal vez sin quererlo, lo que la película nunca podría alcanzar a ser”.

Todavía no he visto la película, aunque promete mucho teniendo en cuenta quién es su director y el actor principal, pero puedo afirmar que la novela es una historia realmente inquietante, que se lee en un suspiro, con un protagonista que resulta todo un acierto, un personaje perturbador, cruel, con una maldad que no nos dejará indiferentes. Si Luis Tosar está en la línea magistral de sus anteriores películas, podemos estar ante una interpretación antológica.

Cillian es el portero de un edificio de Nueva York en el que lleva trabajando dos meses. Meticuloso en su trabajo, no deja nada al azar. Aunque por fuera parece un hombre corriente y sereno, con aire anodino, por dentro esconde un alma atormentada que, desde hace más de 10 años, cada madrugada, juega a una particular ruleta rusa: “cada mañana decidía si merecía la pena vivir un día más”. Cillian dedica cada día a encontrar razones para seguir viviendo a través de una peculiar y tenebrosa filosofía de vida: vale la pena vivir siempre y cuando pueda disfrutar del dolor ajeno. Éste es el gran secreto de Cillian, disfruta con la desgracia ajena y se siente un dios sobre su vida y sobre la de los demás.

Conforme avanza la novela iremos descubriendo las razones por las que Cillian se comporta así y conoceremos a los diferentes vecinos del edificio, todos ellos con unas vidas controladas completamente por el portero, cuyos planes maquiavélicos con cada uno ellos se nos irán desvelando en un mapa perturbador. Pero las miradas de Cillian se dirigen principalmente hacia Clara, la vecina del 5B. Clara es su antítesis, una joven alegre, a gusto consigo misma y con los demás, con un carácter que transmite serenidad y vitalidad. Desquiciado por la forma de ser de la vecina, el portero no parará hasta destrozar su existencia, comenzando un juego que resultará mucho más complicado de lo que nunca había podido imaginar…

La novela se vuelve cada vez más angustiosa, no solo por el macabro juego de Cillian con Clara, sino también por su relación con el resto de vecinos, especialmente con una niña que se convertirá en la horma de su zapato, y con un paralítico que será protagonista, para mi gusto, de la historia más impactante y estremecedora del libro.

Gran historia, no apta para aprensivos porque "mientras duermes ocurren muchas cosas desagradables en el mundo. Lo que no esperas es que te ocurran a ti. Tu casa, tu apartamento, tu dormitorio son lugares donde te sientes seguro, donde bajas la guardia… porque el peligro está al otro lado de la puerta."

Mi consejo, como siempre en estos casos, es que leas primero el libro y después veas la película. De esta forma dejarás volar tu imaginación sin condicionarte por lo que veas en el cine; aunque resultará casi imposible acercarse al protagonista sin ponerle ya la cara del magistral Luis Tosar...

Miguel Ángel Gómez Juárez http://megustan-loslibros.blogspot.com/

FICHA DEL LIBRO

Título: Mientras duermes | Autor:Alberto Marini | Editorial: Plaza y Janés| Páginas: 352 | Precio : 17,90€ App: 4,99
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Michel Houellebecq alabado y denostado por igual, acumula lectores y críticos voraces que devoran sus obras tanto como críticos y lectores incapaces de encontrar el quid de su literatura y menos aún su repercusión. Tal dicotomía se vio reflejada hace un mes en Babelia donde en el mismo día aparecía una crítica elogiosa: Un mundo sin maquillaje de Santiago Gamboa y otra negativa, la de Alberto Manguel, Escribiendo sobre gustos. Ante tal divorcio el lector se halla como el niño perdido entre papá y mamá que se tiran los trastos, ¿A quién hacer caso? Optemos por revisar lo que ofrece el autor y después seamos lectores maduros y tomemos nuestra propia decisión si no la tenemos ya. LEER MÁS

Houellebecq es un fenómeno metaliterario, su aura sobrepasa su obra. «Toda sociedad tiene sus puntos débiles, sus llagas. Meted el dedo en la llaga y apretad bien fuerte (...) Hablad de la muerte y del olvido (...) Sed abyectos: seréis verdaderos.» Por tanto su crítica atroz de la sociedad preconiza muchas de sus obras. Plataforma y Las partículas elementales critican la hipocresía social de la que el mismo autor participa. Misoginia, prostitución, racismo, intelectualidad cuando se quiere decir economía salvaje, y ahora con El mapa y el territorio, arte, incluyendo en él la literatura y el personaje que representa a Houellebecq y su propio asesinato. Un logro dirán algunos, una tensión sin sentido propondrán otros.

Jed Martin es el personaje central de esta obra que viaja desde unas décadas atrás hasta el futuro propuesto que nos espera dentro de veinte o treinta años. Un artista del mundo de la pintura, la fotografía y la creación que triunfa en los desechos del consumismo y la macroeconomía. Los críticos de arte elevan a los altares su imágenes, simples fotografías de mapas de Michelin. Ponen por las nubes sus representación de objetos materiales y le otorgan la categoría de artista universal con sus cuadros sobre los prohombres del mundo actual, incluyendo a Steve Jobs y Bill Gates, el magnate de VW Pietsch o el propio Houellebecq.

Martin es un hombre apocado, incapaz de relacionarse abiertamente. Sólo su padre jubilado y recluido u Olga, la ejecutiva de Michelin con la que comparte aventura se cruzarán en su camino... Hasta que el Houellebecq personaje aparece, es representado, asesinado, troceado y su muerte resuelta con la ayuda del mismo Martin.

La onírica aventura futurista que abarca la última parte del libro busca “apretar la llaga” de la sociedad actual convirtiendo a Francia en un paraíso turístico incomprensible para Martin pero, por fin, cercano.

Su ritmo y su escritura son por momentos caóticos, su argumentación fluctúa cerca de la enajenación mental, a ratos genio a ratos impostor. Nos sentimos como en la anécdota judía del rabino a cuya casa acude un esposo pidiéndole ayuda matrimonial y éste le dice: “tienes razón”. Poco después llega la esposa quien después de ser escuchada recibe la comprensión del religioso: “tienes razón”. Escuchando oculta todo se haya la mujer del rabino quien después de oír las dos respuestas se dirije a él increpándonle “Moisés, no pueden tener los dos la razón”. Calmadamente Moisés responde: “Sabes, mujer, tú también tienes razón”.

Sin duda Houellebecq sigue siendo una experiencia. Si esa experiencia es necesaria o prescindible decídanlo ustedes.

Marc Canela

FICHA DEL LIBRO

Título: El mapa y el territorio | Autor: Michel Houellebecq | Editorial: Anagrama | Páginas 384 | Precio 21,90€

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¿Cómo nace “El final del amor”?

Pues la verdad es que es algo verdaderamente extraño en mi carrera. No soy un escritor al que las ideas se le ocurran muy fácilmente, tengo que buscarlas. Y aunque la literatura me habite incluso cuando no escribo, necesito de una férrea voluntad para obligarme a escribir. Ello hace que mis libros nazcan sobre todo de la voluntad. Pero con “El final del amor” fue diferente, nace de una manera más espontánea sin que ello implique que técnicamente este menos trabajado, sino que el impulso de escribirlo no fue premeditado. Nace más bien del cansancio del mi libro anterior.
“Tiempo de vida” es un libro de no ficción en el que hablaba con mi voz y de mi experiencia con mi padre. Fue un libro que me procuró muchas satisfacciones en lo personal y en lo literario pero que me obligó a escribir pensando mucho en mí mismo y en mis cosas y a exponerlas a la visión publica. Esa exposición de mi interior y ese hablar y pensar en mí que duró todo el tiempo de la promoción me hizo terminar bastante cansado de mí mismo y, de una manera muy natural, como si mi cuerpo me hubiese pedido descomprimirme de esa dosis excesiva de realidad y auto realidad que fue “Tiempo de vida”, me volqué en la escritura de estos cuentos sin saber ni siquiera que terminarían siendo un libro. De pronto me vi escribiendo un cuento o necesitando escribir un cuento, buscando el argumento y tomando las decisiones adecuadas para hacerlo pero sin pensar que estaba escribiendo el primero de una serie que terminarían convertidos en “El final del amor”. Fue cuando tuve los dos primeros que pensé que podría tener un libro. LEER MÁS


Dice el apóstol Pablo en la Primera Carta a los Corintios, capítulo 13, que “el amor nunca deja de ser” lo que contrasta con el título de tu libro “El final del amor” ¿Qué piensa de esto?

Creo que tienen mucho que ver. Al contrario de lo que puede parecer, “El final del amor” no está compuesto por historias que necesariamente tengan que ver con el final del amor ni están centradas en el final de las relaciones amorosas ni mucho menos. Elegí ese título porque me parece que la idea del final del amor resume el amor mismo en el sentido de que, así como no es posible pensar en la vida sin la muerte, no es posible pensar en el amor sin su final. Hasta en la relación amorosa más feliz y prolongada en el tiempo, existe la idea del final del amor aunque solo sea como amenaza. Los amantes siempre piensan en el final del amor, a veces con miedo, generalmente, y a veces hasta con ganas.

En “Nos rodeaban palmeras” y “Cautivos”. Veo un nexo común que es la distancia. Tanta distancia cercana en “Nos rodeaban palmeras” que se alejan los protagonistas y en “Cautivos” la distancia física es lo que precisamente les vincula.

No se me había ocurrido verlo de ese modo y queda muy bien expresado así. Todos los cuentos están narrados en primera persona y en el caso de “Nos rodeaban palmeras” el narrador es protagonista del drama que cuenta mientras que en “Cautivos” el narrador es testigo del drama. “Nos rodeaban palmeras” intenta ser una instantánea de ese momento de lejanía que se produce en las parejas a veces en unos minutos, en unos días o en semanas. Pensé, si quiero dar cuenta de esa lejanía que se produce en el seno de una pareja, me interesa potenciar esa sensación de aislamiento, de aislarlos lo más posible. De allí que la acción transcurra en una isla pequeña. Estas decisiones técnicas tienen que ver con el tema de la distancia.
En “Cautivos”, por el contrario, lo que quería potenciar era la paradoja de dos personas que lo tienen todo para ser felices, que no se han perdido el amor el uno por el otro pero sin embargo la cosa no funciona. Ese tenerlo todo para ser felices me llevó a buscar a dos personajes sin dificultades económicas, con vidas privilegiadas, con casa en varios lugares, cosmopolitas en una palabra. La distancia es fundamental por todos los lugares que recorren, que pueden recorrer, pero eso no los une, no les capacita para vivir una relación por decirlo así, “normal”.

Guillermo le reprocha a Alicia en un momento del cuento no haberle dejado por ser ella más responsable que él, lo cual me lleva la siguiente pregunta ¿hay que tener valor para poner fin al amor o por lo menos a las relaciones?

Indudablemente. Creo que es uno de los actos más valerosos con los que un hombre o una mujer se pueden topar en su vida. Hay quien no es capaz nunca de hacer eso, que actúa con cobardía. Muchos finales agónicos de parejas ocurren precisamente porque quien provoca ese agónico final no se atreve a darlo de una sentada, se dedica a torturar al otro para que sea él quien le abandone por agotamiento.
En el caso de Guillermo no sabemos lo que esconde y es muy probable que esto le convierta, al parecer, en responsable del fracaso pero al final ambos terminan siendo víctimas y verdugos el uno del otro. Lo que me interesaba a mí era que eso no acabara con el amor sino que hasta cierto punto los vinculara. Creo que el relato más de amor del libro es precisamente este. Efectivamente hay un fracaso amoroso en estos personajes que no se desean ni pueden compartir lecho y estas circunstancias les incapacitan incluso para compartir la cotidianidad de un modo “normal” pero no pueden perderse de vista porque en el fondo se quieren. Lo que yo estoy reivindicando en el libro, que ni es un tratado sobre el amor ni pretende agotar el tema, es una idea del amor más rica y compleja que la convencional, que es posible quererse de esa extrañísima manera en la que lo hacen Alicia y Guillermo.

Los otros dos cuentos “Joanna” y Última gota fría” se detienen de alguna forma en la relación con los hijos o cómo “el final del amor” del que hemos hablado les afecta ¿Crees que la relación entre padres e hijos sufre de ciertas mutaciones?

Mi papel de padre no lo tengo aun muy claro puesto que soy un padre muy reciente, tengo un hijo de apenas dos años. Lo único que sé es que por mucho que imaginaras lo que es ser padre antes de serlo, por mucho que te lo hayas imaginado, por mucho que hubieses leído sobre el tema, verdaderamente no te haces cuenta del amor inmenso que produce un hijo. Es algo verdaderamente inconcebible. Al mismo tiempo sientes una tremenda responsabilidad, tanta que da miedo. Todos los padres nos sabemos imperfectos y nos sentimos un poco impostores. Si eres un impostor sin hijos no hay víctimas de tu impostura, pero si los tienes es peor porque ya tienes víctimas o posibles víctimas de tu impostura.
Supongo que lo que cambia cuando un hijo crece es que esa generosidad absoluta del amor del padre es una generosidad destinada al desengaño amoroso en el sentido de que lo deseable, lo que un padre debe anhelar, es darle todo a su hijo para que madure y llegue un momento en el que le abandone. Y eso es lo deseable, porque significará que has criado a un ser autónomo que sepa y pueda emanciparse de los padres. Luego, es alimentar un amor para que se produzca el desengaño amoroso por parte del padre. “Joanna” es el cuento que escribí más fluidamente, fue en el que me tropecé menos, el más espontáneo. Más que el amor que se describe en el cuento lo que me interesaba era la familia y más concretamente una de las paradojas más grandes que me inspira: la familia que debiendo ser eficaz para ayudar, preparar y proteger a los más pequeños el mayor tiempo posible para que al exponerse al mundo y sus peligros sepa cómo defenderse, termina convirtiéndose, sin quererlo, en todo lo contrario, en un conjunto de seres envilecidos, con atmósferas enrarecidas que se convierten en sofocantes y que lo que hacen es hundir a sus miembros. Y Joanna es víctima de una de estas familias. El tema final que se revela es lo de menos, lo que me interesaba era ese ambiente enrarecido que pide a la persona levantarse y abrir una ventana.

En “Última gota fría”, la mirada de un chico joven nos relata el ir y venir del unos padres que están separados y que parece que podrían volver a unirse…

En este cuento me interesaba una paradoja parecida a la de “Cautivos”. Objetivamente los padres de este chico se quieren y en un momento del relato ellos entienden que no sentirán tanto amor por sus nuevas parejas como el que se tienen el uno al otro, pero es imposible que estén juntos. Visto por los ojos de un adolescente, quiero resumir ese momento epifánico de los relatos de aprendizaje. Hay un momento en la vida cuando somos jóvenes en el que todas las verdades que conforman nuestra visión del mundo son heredadas de nuestros padres pero llega un momento también en la vida en que eso no basta. Hay personas para las que ese momento epifánico es conflictivo y se rebelan contra sus padres y para otras es simplemente una necesidad, la de ver las cosas por sus propios ojos, la de hacerse una visión del mundo más propia y es en ese momento en los que se centran los relatos de aprendizaje.
“Última gota fría” es de este tipo de relatos. Este chico como todo hijo de padres separados coquetea en un momento con la idea de que sus padres vuelvan a estar juntos. Salvo los casos extremos en los que el padre era un verdadero tirano que machacaba a la familia, lo normal es que ese deseo se manifieste. Ese momento de crecimiento de este muchacho esta ejemplificado en ese paso en el que él se da cuenta que posiblemente no es lo más deseable ni lo mejor que les podría suceder a él y a su madre.

Has dicho en algún momento que “escribir no es terapéutico” ¿matizarías esta afirmación?

Hay muchos tópicos literarios que me soliviantan. Tópicos manidos como “es que necesitaba escribir esta historia”, o “los personajes se me han impuesto” o “yo escribo para poder vivir” o “la escritura es mi psicoanálisis”… Creo que en la vida hay muy pocas cosas necesarias a parte de comer, beber, descansar… me siento muy escritor y vivo, pienso y miro literariamente pero cuando no escribo no me pasa nada. A lo largo de muchos meses de mi vida no escribo pero cuando lo hago necesito vivir dentro de ese relato, de esa novela, necesito una intensidad en la escritura que me obliga a trabajar muchas horas al día. Me aleono y me convierto en un ser asilvestrado y me olvido de cosas básicas pero pueden pasar perfectamente varios meses sin escribir y esto no hace que me descentre ni soy víctima de paranoias. Esa frase a la que aludes, que dije dentro de una conversación y en un contexto y que fue elevada a titular, parece una gran reflexión pero yo no pretendía decir nada más que la literatura es lo que es, pero que nadie se la tome como otra cosa.


¿Cómo es el día a día de trabajo literario de Marcos Giralt Torrente?

Depende de si estoy escribiendo o no y cuando hablo de “escribir” hablo más bien de escribir lo propio. La vida de un escritor está siempre contaminada de escritura y aunque no esté escribiendo un libro mío estoy escribiendo artículos o con encargos de alguna conferencia. Como ya te he dicho, pueden pasar meses sin que escriba pero cuando lo hago, lo hago con muchísima intensidad y necesito la mayor parte del tiempo. Soy incapaz de leer y procuro rechazar todos los encargos que me hacen porque me contamina. Me es muy difícil recuperar la tensión si interrumpo la escritura para elaborar un artículo o irme a una conferencia. Cuando escribo me convierto (y ahora que soy padre me es más difícil porque tengo que respetar unos horarios y unas tareas ineludibles) en un ser de las cavernas, incapaz de salir de casa y termino comiendo cualquier cosa. Ahora ya no es tan fácil, pero trato de conseguir esa tensión que necesito a la hora de escribir.

¿Trabajas con esquemas?

No creo que haya recetas para esto. Hay escritores que encaran su trabajo de muy distinta manera y eso no tiene la más mínima relevancia pues su obra puede ser buena o mala por otras razones. Yo soy muy anárquico en la distribución de mi tiempo. Hay escritores que se levantan a las nueve a escribir hasta las dos todos los días de su vida pero yo no: puedo pasar meses sin escribir o me siento y escribo y no me levanto hasta que me vence el sueño.
Sí, suelo partir de un esquema muy detallado pero luego en el proceso de escritura modifico ese esquema con entera libertad, acepto los encuentros azarosos que me asaltan por el camino. Cualquier texto, cualquier obra es producto del azar y de la voluntad. Hay cosas no previstas con las que te encuentras por el camino y luego hay cosas que aunque quieras hacer no sabes hacerlas o al revés, cosas que no pensabas que podías hacer y que metido en faena las sacas adelante. Habrá casos excepcionales, pero me cuesta creer que existan obras que se correspondan exactamente a lo que su autor había planificado.

Recomiéndanos dos libros de cuentos.

Alice Munro es básica. Si tuviese que mencionar cinco autores vivos, mundiales e imprescindibles, mencionaría a Alice Munro sin duda. No se la tiene tanto en cuenta porque desgraciadamente es mujer y desgraciadamente escribe cuentos. Si fuese varón y novelista estaría en boca de todos. Sin duda la mejor cuentista contemporánea.
Por salir del género cuento diría “Missing” de Alberto Fuguet y que curiosamente está emparentado con “Tiempo de vida”, me parece soberbio. Luego también está “Norte” de Edmundo Paz Soldán.

Pedro Crenes