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La hija de Robert Poste - Stella Gibbons

Digna heredera de la tradición satírica británica Stella Gibbons utiliza el ingenio y los juegos de palabras para destacar lo ingenuos y superficiales que eran sus compatriotas en aquel tiempo. La Gibbons no deja títere con cabeza y se encarga de pasar por la quilla tanto a los escritores del ‘rustic melodrama’ romanticón de moda en ese momento. Mientras fusila a los y las pusilánimes y cándidas almas que suspiran por esos relatos empalagosos y cargantes. (leer más)

¿Qué mejor que el humor para conseguir esto? Lo cierto es que la escritora pretendía mediante el esperpento hacer desaparecer la afición inglesa por los textos de Mary Webb, a la que hoy en día casi nadie recuerda. Lo sorprendente es que a ella -a la Gibbons- se la sigue leyendo y traduciendo mientras a la Webb sólo sabe quien es la wikipedia... y en inglés.
Desde su publicación ha sido un éxito de ventas siendo reeditada continuamente y adaptada tanto a la televisión como al cine. Siempre ha permanecido en la conciencia popular británica con altibajos periódicos que cada poco tiempo la vuelven a poner de moda. La razón es sencilla: su imaginario se repite generación tras generación y los personajes encuentran continuamente cuerpos en los cuales reencarnarse.
La difícil e impecable traducción de José C. Vales nos permite disfrutarla en su mayor parte. En ella hallamos una prosa viva, directa y fácil de leer, con diálogos francos y sinceros que generan situaciones cómicas vez tras vez. El dialecto rural de Sussex y la fértil imaginación de la autora hacen el resto; no sólo los ‘paletos’ hablan como tales sino que la exageración y la invención aderezan la historia, que pese al esfuerzo de Vales únicamente en su lengua vernácula se aprovecha del todo.
Todos los personajes son caricaturas de grupos de personas británicas de la época desde la protagonista Flora, típica niña bien que se quiere comer el mundo y arreglar la vida de los demás, pasando por el predicador, el escritor, la criada a jornal, la matriarca, etc
La burla continúa con los pasajes almibarados y churriguerescos que adoban el texto de vez en cuando, los cuales hábilmente señalados con tres asteriscos nos hacen ‘partirnos la caja’ pero que de perversos no son casi exagerados. Las frases hechas y repetitivas desde el “vi algo sucio en la leñera” hasta el “siempre ha habido Starkadder en Cold Comfort” resaltan lo absurdo de la rural sabiduría popular al igual que los libros de autoayuda inventados sirven para que la protagonista avíe el entuerto. Los nombres también son jocosos, todos implican burla en el original y retratan a los personajes y los lugares donde más les duele. Desde la señora escarabajo hasta la familia víbora.
Abreviando, nuestro consejo es que no sigan buscando libro para leer, sino que se vayan pronto a la librería a comprar La hija de Robert Poste, seguro que no se arrepienten. ¡Ah! habíamos olvidado decir de qué iba. Bueno, ahí va la sinopsis:

Ganadora del Prix Femina-Vie Hereuse en 1933, y mítico long-seller, La hija de Robert Poste está considerada la novela cómica más perfecta de la literatura inglesa del XX. Brutalmente divertida, dotada de un ingenio irreverente, narra la historia de Flora Poste, una joven que, tras haber recibido una educación «cara, deportiva y larga», se queda huérfana y acaba siendo acogida por sus parientes, los rústicos y asilvestrados Starkadder, en la bucólica granja de Cold Comfort Farm, en plena Inglaterra profunda. Una vez allí, Flora tendrá ocasión de intimar con toda una galería de extraños y taciturnos personajes: Amos, llamado por Dios; Seth, dominado por el despertar de su prominente sexualidad; Meriam, la chica que se queda preñada cada año «cuando florece la parravirgen»; o la tía Ada Doom, la solitaria matriarca, ya entrada en años, que en una ocasión «vio algo sucio en la leñera». Flora, entonces, decide poner orden en la vida de Cold Comfort Farm, y allí empezará su desgracia.

Ficha del Libro

Título: La hija de Robert Poste | Autor: Stella Gibbons | Editorial: Impedimenta | Traducción: José C. Vales | Páginas 368 | Precio 22,75€ |

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6 comentarios:

  1. Creo que sería una buena idea repasar más concienzudamente la ortografía de los artículos que se cuelgan, acabo de leer la sinopis de "La hija de Robert Poste" y me he encontrado con "HAYAMOS una prosa viva (...)", con un SOLO, muy solo, ya que no lleva acento y se trata de un sinónimo de SOLAMENTE, así que vigilemos un poco más :)
    Por otro lado, buena sinopsis y comentarios. Un saludo.

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  2. Gracias Devon. Tienes razón. Revisaremos más concienzudamente.
    ;D

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  3. Debe ser que no le he encontrado el sentido del humor. Me ha parecido una novela más, entretenida, graciosa a veces y desesperante otras sobre todo cuando aparecían los asteriscos. Debe ser que no tengo el nivel adecuado para entender la grandeza de esta novela...El personaje de Flora intentando arreglar la vida de los demás y sin arreglar la suya propia, no queriendo trabajar ni tener un oficio, prefiriendo ser mantenida, ser un "parásito" como ella dice, me parece más que humorístico un tanto patético. Un saludo.

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  4. Devon sobre la palabra SOLO:

    Cuando «solo» es adjetivo ('sin compañía') nunca lleva acento ni lo ha llevado. Cuando es adverbio ('solamente'), antes de la reforma ortográfica de la RAE, plasmada en la Ortografía de 1999, en este caso llevaba siempre acento diacrítico (acento para distinguirlo del adjetivo); a partir de dicha reforma, la RAE recomienda acentuarlo «cuando quien escribe perciba el riesgo de ambigüedad» (RAE: Ortografía, 1999): «Pasaré solo este verano aquí» ('solo, sin compañía': adjetivo), «Pasaré sólo este verano aquí» ('solamente, únicamente': adverbio).

    Muy buen comentario sobre La hija de Robert Poste

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  5. A mi me ha parecido desternillante en algunos momentos, corrosiva en otros, parabólica y en general, muy entretenida. La reseña, aunque breve, destaca sus puntos importantes,así como la labor de traducción. Por cierto, la escribe Pepe, ¿no? No la firma nadie...

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  6. Tampoco me ha parecido una obra de ineludible lectura.

    Nos habla de un tiempo muy lejano, tanto en años (80) como en términos geógraficos (Sussex). Momento y cultura de los que desconocemos las claves sobre las que al parecer ironiza la autora.

    Además, como en casi toda tradcción, se pierden las posibilidades que da la lengua original.

    Una novelita más de escaso interés al menos para el lector castellano.

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